En general, los países se endeudan para financiar proyectos vinculados a producción de energía, transporte terrestre y suministro de agua, los cuales podrían tomarse como medidas de mitigación, es decir, están orientadas a la reducción de emisiones.
Sin embargo, también es necesario fondear las acciones de adaptación, las cuales permitirán preparar los territorios para lidiar con los impactos del cambio climático. Y esto es sobre todo relevante para aquellos países que, si bien no contribuyen mayormente a las emisiones globales, sí acarrean con las consecuencias del calentamiento global.
“El financiamiento climático es crítico para abordar el cambio climático porque se requieren inversiones de gran escala para reducir significativamente las emisiones, en particular en sectores que emiten grandes cantidades de GEI. El financiamiento climático es igualmente importante para la adaptación, para lo cual se requerirán, de igual modo, recursos financieros considerables para permitir que los países se adapten a los efectos adversos y reduzcan los impactos del cambio climático”, se explica en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En un reportaje anterior, publicado por La Data Cuenta y Ojo al Clima, se evidenció que si bien se han desembolsado US $11.000 millones en dos décadas para acciones de mitigación y adaptación, se necesita una inversión multilateral 91 veces más grande por año para limitar el calentamiento a 1,5°C.
Ahora bien, el financiamiento orientado a mitigación históricamente ha sido superior al destinado a adaptación. En 2020, mientras que la mitigación representó el 66% de la financiación climática total, la adaptación apenas captó el 34% de los fondos disponibles.
De acuerdo con el Informe sobre la brecha en la adaptación 2022, elaborado por el Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUMA), a nivel global se necesitarán entre US $160.000 y US $340.000 millones anuales a 2030 y entre US $315.000 y US $565.000 millones anuales a 2050 para ayudar a los países a lidiar con las consecuencias del cambio climático.
“En la medida en que las consecuencias del cambio climático ya están haciendo sufrir a los países, es que se ha venido insistiendo, cada vez más, en el tema de la adaptación. La adaptación es mucho más complicada que la mitigación de las emisiones, en esta deben considerarse los aspectos climáticos propios de cada país, sus necesidades, qué elementos se quieren adaptar y por qué, cómo se construye infraestructura resistente al clima, el uso del suelo, la gestión del agua, los impactos en poblaciones que quizá deban reubicarse, los fondos que se requieren. Son muchas variables para considerar. El cambio climático nos está ganando la carrera a la humanidad, entonces ahora nos toca hacer las dos tareas: mitigar y adaptarnos”, explicó Estefanía Jiménez, consultora y especialista en cambio climático y financiamiento.
El financiamiento dirigido a mitigación o adaptación también difiere en los instrumentos. Según la Quinta Evaluación Bienal y Resumen de los Flujos de Financiación para el Clima, elaborada por el Comité Permanente de Financiación (SCF, por sus siglas en inglés) de la CMNUCC, la financiación de la mitigación se hace sobre todo mediante préstamos, mientras que el financiamiento a la adaptación se realiza predominantemente mediante subvenciones.