Costa Rica: Orden urbano y protección de ríos son vitales para mitigar desastres por lluvias cada vez más intensas

Costa Rica: Orden urbano y protección de ríos son vitales para mitigar desastres por lluvias cada vez más intensas

  • Casos de Aserrí y Desamparados, en la provincia de San José, demuestran la urgencia de que las municipalidades hagan cumplir las leyes de prevención de riesgo y planificación urbana para frenar construcción desordenada en zonas cercanas a ríos
  • Basura lanzada a cauces incrementa riesgo de inundaciones para vecinos
  •  Efectos atípicos de “La Niña” y del calentamiento global generan lluvias más torrenciales en lapsos más cortos de tiempo

Reportaje: Karol Quesada Noguera

Análisis y visualización de datos: Hassel Fallas

10 de octubre de 2022

Desde inicios de este siglo, precipitaciones son más proclives a romper promedios históricos de cantidad

Aunque no hay datos históricos disponibles para cada cantón del país, este gráfico le permite consultar para cada provincia, en general, los promedios de lluvia, en mm, por década, según mes de ocurrencia. Los datos van desde 1900 a 2021.

Nota: Los datos usados fueron tomados del portal de Cambio Climático del Banco Mundial, están basados en el sistema CRU TS (Climatic Research Unit gridded Time Series) y pueden diferir de los registrados por el Instituto Meteorológico Nacional para Costa Rica.

Un temor constante

Amanda Carmiol, vecina de Desamparados desde hace 46 años, asegura que nunca había visto tanta lluvia como la que está cayendo este año. “Cada vez que comienza a llover es un tormento, pensar si hoy nos vamos a quedar sin casa o no”, declara con la memoria todavía fresca por lo que pasó el 16 de septiembre de 2022 en su cantón y en el vecino de Aserrí.

Ese día, la cantidad de lluvia fue tanta que, en cuestión de horas, se desbordó el río Cañas – que comparten ambos municipios- . En consecuencia, las casas de 540 familias tuvieron daños de parciales a totales.

Una emergencia parecida no se vivía en ambos sitios desde 1955, cuando el río Cañas también fue protagonista. En esa ocasión las lluvias lo rebalsaron y la violencia de la corriente arrasó infraestructura vial a su paso, tal y como refleja esta noticia de la época.

Tomado del archivo digital de noticias de Google,  La Nación, 23 de octubre de 1955

Amenaza natural

El río Cañas es una amenaza natural que comparten ambos cantones en temporada de lluvias. Sin embargo, en las últimas décadas, su peligrosidad se ha exacerbado por dos razones relacionadas con causas humanas:

  • La construcción desordenada y sin ninguna planificación, que ha permitido levantar viviendas cercanas a las márgenes del río. Lo anterior ocurre pese a que Costa Rica tiene una serie de normativas como la Ley Nacional de Emergencias y Prevención del Riesgo (Ley 8488), que obliga al Estado y sus actores -municipalidades- a emprender acciones para reducir los riesgos de desastres naturales. También la Ley de Planificación Urbana (Ley 4240) que, en su artículo 58 demanda a las municipalidades no permitir edificaciones en zonas declaradas como inundables o peligrosas.  «La importancia de la corresponsabilidad y compromiso local de la gestión de riesgo por parte de las municipalidades radica en que las emergencias y posibles desastres se pueden materializar en sus territorios, por lo que su reacción y sobre todo la prevención deben ser propias de su quehacer cotidiano», indica también la Comisión Nacional de Emergencias. 
  • El segundo factor de incidencia es la contaminación del cauce de los ríos con desechos sólidos reduce el área que tiene el agua para fluir de forma normal, lo que provoca el desbordamiento del río aunque llueva poco y, por ende, eleva exponencialmente el riesgo cuando llueve de manera desproporcionada.  

La presión por el desarrollo urbano se explica porque la población de ambos cantones ha incrementado considerablemente entre mediados del siglo pasado y el actual.

Mientras en 1955 en Aserrí había poco menos de 11 mil habitantes, la cifra para este año alcanzó 65 mil personas (casi seis veces más población). El crecimiento hizo que en ese lapso, el cantón subiera de cinco a siete distritos, el último de ellos, Salitrillos, donde justamente se concentraron la mayor parte de los daños por las inundaciones de septiembre. 

Gran parte del crecimiento urbano en este distrito (Salitrillos) se desarrolló a la ribera del río Cañas, trayendo con ello contaminación del río, ya que las aguas residuales domiciliares se vierten en ella. Muchas edificaciones que se levantaron dentro del cauce de este, o sobre la zona de reserva existente por ley”

Gran parte del crecimiento urbano en este distrito (Salitrillos) se desarrolló a la ribera del río Cañas, trayendo con ello contaminación del río, ya que las aguas residuales domiciliares se vierten en ella. Muchas edificaciones que se levantaron dentro del cauce de este, o sobre la zona de reserva existente por ley”

En cuanto a Desamparados, a mediados del anterior siglo lo habitaban casi 19 mil personas, un dato que se elevó a 250 mil moradores para este año (13 veces). El distrito de San Juan de Dios, donde hubo un significativo impacto de las últimas inundaciones pasó de tener 1.500 a 22 mil habitantes en el lapso citado.

El acelerado crecimiento de la población, sumado al caos urbano, la contaminación de los ríos y el hecho de que los patrones de lluvia hayan cambiado, provocando aguaceros torrenciales en periodos de tiempo más cortos, son una bomba de tiempo en ambas comunidades, que figuran entre las cinco que más reportes de emergencia por inundaciones han tenido en el año. 

El riesgo de construir cerca de las márgenes de ríos

 En 2015, en medio de la emergencia nacional causada por un temporal y paso de un sistema de baja presión, las viviendas de 66 familias fueron afectadas por las inundaciones y deslizamientos ocurridos en los cantones limonenses de: Limón, Matina, Siquirres, Talamanca, Guácimo y Pococí. La mayoría de las estructuras que tuvieron daños graves habían sido construidas cerca de ríos. 

¿Cómo mitigar los impactos?

Las recomendaciones que ofrece la CNE apuntan principalmente a cinco medidas de contención para prevenir desastres mayores en Aserrí Desamparados y, en general, en el resto de la Gran Área Metropolitana:

  • Regular el desarrollo urbano e impedir la construcción en las planicies de inundación
  •  Fomentar programas de educación ambiental y la creación de grupos comunales para la limpieza de los desagües y cauces de agua
  •  Construcción de obras de protección en los márgenes de los ríos o los cauces
  •  Creación de brigadas vecinales de vigilancia de las cuencas de los ríos que pasan cerca de los poblados para evitar que inundaciones y avalanchas los tomen por sorpresa
  • Prohibir a las urbanizaciones enviar aguas servidas y pluviales a los ríos ya que aumentan su caudal, provocando inundaciones en períodos de lluvias intensas

Consecuencias para las personas y la economía

A finales de 2020, el gobierno declaró emergencia por el impacto del huracán ETA en el país. La emergencia dejó daños por más de 157 mil millones de colones. Dentro de ese monto se contemplaron poco más de 200 millones de colones (0,13%) para entregar, a un total de 508 familias -1.553 personas- subsidios para afrontar la situación. La mayoría de ellas en los cantones de Golfito y Corredores.

¿Qué influencia tienen el fenómeno de “La Niña” y el cambio climático? 

 Las precipitaciones registradas hasta septiembre en Costa Rica no se veían desde 1944, según estimaciones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN). “Este podría ser el año más lluvioso del siglo y de la historia del país porque la estación lluviosa se adelantó a abril. También tuvimos un julio y agosto en que no hubo “veranillo de San Juan” y  todavía faltan las lluvias de octubre y noviembre, que son las más fuertes”, afirma el coordinador de la Unidad de Climatología del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), Luis Fernando Alvarado.

Alvarado explicó que la intensidad lluviosa que ha estado viviendo en el país se debe a la presencia del fenómeno de “La Niña”, pero en esa ocasión se trata de una “Niña” atípica que, por primera vez en este siglo, se presenta por tres periodos consecutivos desde septiembre de 2020.  El efecto acumulado es lo que, en criterio de Alvarado, genera un aumento en la intensidad de las precipitaciones en la zona del Pacífico y el Valle Central del país. Esta temporada lluviosa ha presentado daños por derrumbes, deslizamientos, inundaciones, torbellinos, rayería y granizo. “Ha sido excepcional”, expresó el científico.

El fenómeno también genera una temporada de huracanes más intensa, tal y como refleja el desastre por el reciente paso de Ian en el estado de La Florida, en Estados Unidos, donde hubo condados en donde la acumulación de agua no se había registrado en mil años, según la  la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. 

Aunque “La Niña” ha tenido una influencia milenaria en el planeta, recientemente la Organización Meteorológica Mundial (OMM) declaró que “todos los fenómenos climáticos de origen natural ahora se producen en el contexto del cambio climático, que provoca un aumento de las temperaturas mundiales, exacerba los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, y altera la configuración de las temperaturas y las precipitaciones estacionales”.

La afirmación de la OMM significa que, al calentarse más la superficie y los océanos del planeta por las emisiones de gases de efecto invernadero, los patrones de la lluvia se han alterado. En consecuencia, a mayor cantidad de humedad en el aire, las precipitaciones son más severas, aumentando el riesgo de inundaciones como las ocurridas en Aserrí y Desamparados este año.   

“Toda esa humedad, que luego se convierte en lluvia, cae a la tierra en muy pocas horas. Actualmente, en un lapso menor, cae la misma cantidad de lluvia que en el siglo pasado caía en un período más extenso. Esto aumenta el riesgo en zonas con condiciones geográficas y orográficas susceptibles como Aserrí y Desamparados. Por esta razón en el Cerro El Burió, en Aserrí, se instaló una estación de monitoreo de emergencia”

“Toda esa humedad, que luego se convierte en lluvia, cae a la tierra en muy pocas horas. Actualmente, en un lapso menor, cae la misma cantidad de lluvia que en el siglo pasado caía en un período más extenso. Esto aumenta el riesgo en zonas con condiciones geográficas y orográficas susceptibles como Aserrí y Desamparados. Por esta razón en el Cerro El Burió, en Aserrí, se instaló una estación de monitoreo de emergencia”

Más de US$1.400 millones en pérdidas desde 2010

La cuantificación económica de los severos fenómenos hidrometeorológicos que ha afrontado Costa Rica desde 2010 y hasta 2020 supera los 936 mil millones de colones, un monto cercano a los US$1.400 millones. 

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

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