Reflexiones sobre el panel: Periodismo y Datos abiertos presentado durante el #Abrelatam15 y #ConDatos15 en Santiago de Chile en setiembre de 2015
Primera parte
Cuando hablamos de datos abiertos y periodismo, ¿a qué nos referimos?, ¿por qué importa la unión de ambas prácticas? ¿Cómo se vinculan con el derecho a la información, la democracia, la innovación y el desarrollo de la sociedad?
Respondo a la primera pregunta definiendo los términos:
¿Qué son datos abiertos?
Los datos son abiertos cuando cumplen tres características:
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Pueden ser utilizados, es decir fácilmente descargables de Internet en formato txt, Excel o CSV. Además, por principio, deben ser gratuitos.
- Pueden ser reutilizados, se puedan usar sin restricciones y mezclar con otros datos.
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Además, pueden ser redistribuidos libremente por cualquier persona.
Todo lo anterior facilita la integración o interoperabilidad de los datos: que las bases, digámoslo así, hablen en el mismo idioma. Adicionalmente, los datos abiertos están sujetos, si acaso, a la atribución de la fuente y a compartirse de la misma manera en que se encontraron (Ver el Open Data Handbook).
Los Gobiernos son una de las mayores fuentes de producción de datos. La mayoría de la información generada por el Estado es pública, producida con dinero de todos los ciudadanos. Y digo la mayoría porque hay ciertas restricciones sobre aquello declarado como secreto de Estado. (Ver nota 1)
La información del Estado debe ser algo mejor que ser pública: debe ser abierta.
La información pública es un pasivo. Ciertamente con el simple hecho de que exista, el Estado cumple con el deber de publicidad.Pero ese principio de publicidad no implica que el ciudadano tenga acceso a la información y pueda hacer un escrutinio fácil de la misma. Ver nota 2
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En el panel de Datos Abiertos y Periodismo también participaron: Florencia Coelho, Gerente de Investigación y Training de La Nación de Argentina, Miguel Paz, director de Poderomedia y Juan Manuel Casanueva, fundador de SocialTic. En el mismo compartí la experiencia de La Nación de Costa Rica con periodismo de datos y acceso a la información pública (www.nacion.com/data)
¿Qué ocurre con frecuencia en nuestros países?
El ciudadano interesado en la información pública –que le pertenece por ser producida con su dinero, insisto- primero debe saber en qué institución se encuentra lo que busca, cómo solicitar los documentos, cuáles leyes y tiempos le amparan en su derecho.
Como si fuera poco, con la información pública da igual si está oculta en el fondo de algún sitio web o en un archivo físico polvoroso; si está en papel, en PDF o en el menos desdichado de los casos en un documento de Word, (que al menos no sea una imagen escaneada del documento de papel, por favor).
Entonces, ¿es útil que la información sea solo pública? ¿De qué le sirve a la sociedad, al ciudadano interesado en involucrarse, mejorar y reclamar sus derechos dentro de la cosa pública?
La información, por su simple existencia no genera un valor real. En cambio, ese valor sí es potencialmente alcanzable cuando ésta viene en forma de datos abiertos.
Los datos abiertos son un activo, es entregar a los ciudadanos proactivamente la posibilidad de mirar, analizar y juzgar las decisiones del Estado sin que les pongan un velo que les dificulte su visión.
Pero más allá de esa función de transparencia y fiscalización democrática, los datos abiertos promueven la innovación y el emprendimiento por medio de la creación de productos, basados en análisis de datos, que no solo mejoren la calidad de los servicios públicos sino la vida de las personas.
Pensemos en aplicaciones para mejorar el transporte público, la información disponible sobre centros de salud o las que permiten saber dónde reciclar.
Un Estado realmente abierto no se creé el dueño de los datos públicos. No teme entregar aquellos que respaldan su función y se supone son pilar para tomar sus decisiones. No teme que estas bases de datos sean evaluadas por terceros para ayudarle a mejorar o se le señalen errores de gestión.

Datos con propósito
Abrir datos de poco sirve si no existe un propósito para ellos. En este mismo foro de Abrelatam-ConDatos varios conferencistas hemos insistido en que los datos no son un fin sino un insumo.
No nos equivoquemos, abrir datos por abrirlos no va a generar cambios significativos en la gestión de la transparencia del Estado o el desarrollo de ideas innovadoras para mejorar la calidad de vida de la gente.
Eso solo ocurrirá cuando juntos nos eduquemos y aprendamos a usarlos de forma que generen un beneficio tangible.
En ese camino estamos cada vez que nos involucramos en eventos como este, en Expediciones de Datos, Hackatones o en cualquier otra actividad donde se comparta conocimiento para manejar, para bien, los datos abiertos.
En esa labor estamos los periodistas, sociedad civil, activistas de los datos abiertos y también, claro está, los gobiernos comprometidos con la apertura: facilitando recursos y espacios para darle a los ciudadanos las herramientas necesarias para escrutar sus datos con conocimiento y criterio.
¿Por qué al periodismo le interesan los datos abiertos?
Decían Bill Kovach y Tom Rosenstiel, en el libro Los Elementos del Periodismo, que “el propósito del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos”.
Los periodistas somos mediadores de información. Por la propia naturaleza pasiva que hasta ahora ha tenido la información pública, nos hemos convertido en el vehículo para solicitar aquellos datos, que revisten de interés público, para transformarlos en noticias y entregarlas a la gente.
Que haya datos abiertos, de calidad, actualizados -y eso es indispensable- , facilita y expande nuestra función de ser custodios del interés público, de investigar y evidenciar aquellas situaciones que fomentan la desigualdad y la injusticia en nuestra sociedad.
Pero los datos abiertos no son solo fundamentales para que el periodismo cumpla su función, son vitales para cualquier ciudadano interesado en informarse, analizar la data por su propia cuenta, formarse un criterio, compartirlo con otros e incrementar el poder de sus conclusiones uniéndolas a las de otros.
Es decir, los datos abiertos son una herramienta para empoderar a la gente, quizás por ello no falten gobiernos que teman hacerlos accesibles.
Los datos abiertos no son una moda, son una necesidad de una sociedad que cada vez más, afortunadamente, empuja por una mayor participación en la toma de decisiones y exige mayor responsabilidad de parte de aquellos en quienes delega el poder.
Desde el 2007, cuando en California se reunieron los pioneros que sentaron las bases del movimiento de datos abiertos hasta la fecha, ha ido incrementando el interés por esta filosofía, donde la mancuerna ineludible la conforman los gobiernos y la sociedad civil.
De los 64 países comprometidos con la iniciativa de Gobierno Abierto –iniciada en 2011- hay 13 de Latinoamérica. Una quinta parte de los países impulsando la apertura son Latinoamericanos; estamos hablando de que esos gobiernos están comprometidos con rendir cuentas proactivamente, a ser más abiertos con todo tipo de información que producen y a mejorar su capacidad de responder a sus ciudadanos.
Detrás de los datos abiertos está el cumplimiento del derecho de acceso a la información, de esa libertad que debe tener toda persona de buscar, recibir y difundir información en poder de las instituciones públicas.
Notas: