Intentando no pasar desapercibida
Descrita como una “COP africana”, la conferencia climática de este año ha puesto el foco en los países africanos y sus reclamos específicos. Ello ha limitado el papel de América Latina, con poca presencia de presidentes durante la primera semana. Además de Browne y Mottley, han viajado Gustavo Petro (Colombia) y Nicolás Maduro (Venezuela).
Colombia armó su propio pabellón en la cumbre, al igual que Panamá, Venezuela, El Salvador, Chile y República Dominicana, en donde desarrollan diferentes actividades. Brasil tiene un pabellón oficial del gobierno nacional, pero también otros dos pabellones, uno de la sociedad civil y otro de los gobernadores de los estados amazónicos
“América Latina viene a tratar de no ser invisible en la COP. Es una discusión muy dominada por África que opaca a la región. En esa oscuridad aparecen pocos países, especialmente Brasil y Colombia”, apunta Adrián Martínez, director de La Ruta del Clima, una organización que impulsa la participación ciudadana en la gobernanza climática.
Petro presentó un “decálogo de acción ante la crisis climática”, en el cual pide, entre otras cosas, “desvalorizar la economía de los hidrocarburos, la movilización de la humanidad y pasar a una economía descarbonizada”. Además, el presidente de Colombia pidió modificar el funcionamiento de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por su parte, Maduro cuestionó al “modelo capitalista destructivo” que genera desequilibrios entre las economías globales y pidió un mayor financiamiento. El mandatario venezolano describió a la crisis climática como una “profecía autocumplida”, considerando que se sabía de su existencia hace décadas pero no se actuó, y llamó a enfrentarla con hechos “concretos y urgentes”.
Petro y Maduro participaron de un evento paralelo a las negociaciones en el que pidieron por una mayor protección de la Amazonía. Para ello, propusieron relanzar el Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), un acuerdo firmado en 1978 junto con Bolivia, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela que reconoce la naturaleza transfronteriza del bioma.
“Estamos decididos a revitalizar la selva amazónica para darle una victoria importante a la humanidad en la lucha contra el cambio climático”, sostuvo Petro, quien resaltó su compromiso previo de 200 millones de dólares para proteger la Amazonía. Mientras tanto, Maduro pidió “detener la destrucción e iniciar un proceso de recuperación».
Aparte de Colombia y Venezuela, en la cuenca amazónica tienen injerencia nueve países. Es un territorio de más de siete millones de kilómetros cuadrados que ejerce un papel central en la estabilidad del planeta por su capacidad de capturar gases de efecto invernadero. Sin embargo, la creciente deforestación está alterando dicha función.
Y, al hablar de Amazonía, no se puede obviar a Brasil que es el país con más territorio en esta cuenca. La conferencia climática tendrá un punto alto en pocos días ante la llegada del recientemente presidente electo de Brasil, Lula da Silva, cuya participación en la COP fue criticada por el actual presidente Jair Bolsonaro.
Lula llegará a la silla presidencial precisamente con el compromiso de proteger los bosques amazónicos y sus comunidades. Un reciente estudio, realizado para Carbon Brief, encontró que la pérdida de Bolsonaro podría llevar a que la deforestación del Amazonas en Brasil se reduzca en un 89% durante la próxima década.
Otros países latinoamericanos aprovecharon el marco de la COP27 para también visibilizar los bosques. Costa Rica, Ecuador, Guyana y Colombia conformaron, junto a otros 22 países, una alianza para frenar la pérdida de bosques y la degradación del suelo para 2030. Mientras que Brasil y República Dominicana -junto a Congo-, con la mitad de los bosques tropicales del mundo, discutieron la posibilidad de trabajar de manera coordinada para la conservación.