A Faby le gustaba la música y bailar como Selena, y sin embargo debía esconder sus cassettes para que no se los rompiera su papá que le regalaba cassettes de la Banda Machos. Le gustaba juntarse con sus amigas para jugar a las barbies, y sin embargo la obligaban a practicar deportes en la escuela primaria en los equipos de niños, donde siempre era el último en ser elegido.
Le gustaba que le dijeran Faby, sin embargo, a veces le decían puto o maricón y tenía que defenderse a los golpes. Le gustaban los niños, pero no podía tener novio, si su papá la veía con uno, se le iba a los golpes. Y, a pesar de ello, la vida de Faby ha tenido un gran privilegio: el apoyo incondicional de su madre. Que preparó la sala para la entrevista, que la acompaña en la aventura de ser candidata a reina, que le compraba las barbies, y le dio permiso de comprarse sus primeros tacones cuando iba en la preparatoria, que la abraza a cada momento.
“Si no fuera por eso, quién sabe, tal vez hubiera tenido que ejercer el trabajo sexual que es a lo que se ven orilladas muchas de nosotras, porque nos sexualizan demasiado, nos ven con morbo, pero afortunadamente no fue así, mi familia me ha apoyado mucho. Incluso mi papá, aunque batallamos mucho, y lo entiendo, esto es un pueblo muy chico y muy machista, así creció él, es difícil para él, las burlas de sus amigos, yo lo entiendo”.
Faby tiene 31 años, nació en San Isidro y quedó en segundo lugar del certamen, cuando hablamos por primera vez todavía no se cerraba la votación pero ella sabía que quedara en el lugar que quedara se trataría de una victoria para la comunidad trans.
“Así yo quede en segundo lugar o en el lugar que quede o así no llegara a quedar en ningún lugar yo ya gane, yo ya gané, yo ya gané”, se repite la primera princesa trans de San Isidro.