Periodista: María Laura Molina
Diseño e ilustraciones: Olga Cajina
Edición y coordinación general: Hassel Fallas
Publicado: 04 de junio de 2022
La lucha por el cambio climático y la vida digna de los pueblos indígenas debe ser una batalla de todas las personas. En el planeta, los pueblos indígenas representan alrededor del 6% de la población mundial, pero suman casi el 15% de los pobres del mundo. Las condiciones de vida a las que, históricamente se les ha sometido, les vulneran doblemente de cara al cambio climático.
Por un lado, es común que las personas indígenas adolezcan de la propiedad formal de sus tierras, territorios y recursos naturales. Sufren por esta exclusión del Estado aunque la naturaleza está íntimamente ligada a su identidad, cultura, espiritualidad y subsistencia. Como si fuera poco, también son relegadas de la economía, el acceso a la justicia y la toma de decisiones políticas.
“Este legado de desigualdad y exclusión ha aumentado la vulnerabilidad de las comunidades indígenas frente a los impactos del cambio climático y los peligros naturales, que incluyen brotes de enfermedades como la COVID-19”, advierte el Banco Mundial.
Aún así, las comunidades indígenas habitan en la cuarta parte de la superficie de la Tierra más importante para la supervivencia de la humanidad. En esa porción del planeta, las personas indígenas protegen cerca del 80% de la biodiversidad existente. Sin embargo, pagan un alto precio por cuidar y mantener el equilibrio del planeta: muchos de ellos son asesinados y violentados por tratar de darle a toda la humanidad un respiro ante las consecuencias del cambio climático.
En este reportaje, se recopilan las vivencias de cuatro mujeres indígenas que relatan las luchas principales que libran contra el cambio climático, destacando la importancia de la protección del bosque, del agua y exigiendo a los Estados respeto por los pueblos originarios. Ellas son: Florita Martínez del territorio Cábecar Nairi Awari en Costa Rica, Cándida Derek del pueblo Miskito en Honduras, Fany Kuiru de la comunidad Uitoto en la Amazonia Colombiana y Nemo Andy Guiquita del pueblo Waorani en Ecuador.
Cándida Derek vive en el territorio Miskita en Honduras y recuerda cómo, en noviembre del 2020, el huracán Iota azotó no solo a su propio país sino a otros en Latinoamérica. Cándida rememora que, entre sus impactos, el gigantesco remolino contaminó las aguas, dañó infraestructura y especialmente causó la pérdida de cultivos que, en su mayoría, no se han podido recuperar ni en su territorio ni en la región.
Según Derek, eventos como el huracán Iota, así como inundaciones, tormentas y sequías son la evidencia de que el cambio climático existe y, al trastornar los cultivos y la alimentación de las comunidades, impactan directamente en la calidad de vida de las personas.
“Somos nosotras, las mujeres indígenasquienes nos vemos más afectadas por el cambio climático. Somos el eje principal del hogar y las creadoras de los alimentos”, afirma la lideresa, Cándida Derek, quien asegura que las mujeres indígenas son las encargadas en sus comunidades de la siembra y cosecha de alimento.
El cambio climático, y la mayor propensión a desastres naturales que conlleva, no solo ponen en riesgo la siembra y cosecha de los alimentos en las comunidades indígenas. También, el aumento de la temperatura modifica el rendimiento de los cultivos y los hace más vulnerables a plagas y a enfermedades. Una consecuencia que, además, afecta la salud de las personas, advierte la lideresa colombiana, Fany Kuiru.
Los alimentos, además de buenas condiciones ambientales, necesitan agua para crecer y, este líquido vital es uno de los más perjudicados por el calentamiento global. El cambio climático altera el equilibrio natural entre la temperatura y la lluvia y, como consecuencia, provoca que haya regiones geográficas más proclives a las inundaciones o sequías.
Según la lideresa indígena costarricense, Florita Martínez, este desequilibrio altera los calendarios y sistemas ancestrales de cultivos indígenas, los cuales se habían basado en períodos de lluvia bien definidos que, ahora, se han esfumado.
Así como las cosechas necesitan el agua para existir, los humanos también dependen de ella para vivir. Sin embargo, el cambio climático también está poniendo en riesgo a las personas que habitan la comunidad Uitoto de la Amazonia Colombiana. La lideresa Kuiru cuenta que los períodos largos de sequía hacen que el agua limpia casi desaparezca y los intensos períodos de lluvias la ensucian, lo que se traduce en enfermedades para las poblaciones.
“Todos estos problemas se deben a que la Tierra ya no funciona como antes. Ya no podemos encontrar vertientes del río cerca de nuestras casas, tenemos que caminar mucho más lejos para poder encontrar agua”, lamenta la lideresa ecuatoriana, Nemo Andy.
Esta tarea más extenuante de buscar agua para vivir se ha recargado sobre los hombros de las mujeres, dice la lideresa indígena costarricense, Florita Martínez. Además de las labores domésticas y de cuido, ahora las mujeres deben ingeniárselas para conseguir el agua que satisfaga las necesidades básicas de la familia y del funcionamiento de su comunidad.
Para los pueblos indígenas, las amenazas del cambio climático sobre sus cosechas y el agua se han sumado a la histórica invasión de sus territorios por parte de personas ajenas a su cultura. Una situación que pone en riesgo todavía más su labor protectora de la biodiversidad y sus posibilidades de adaptarse al calentamiento global.
Un informe de Frontline Defenders (Defensores de Primera Línea) detalla que las personas defensoras de los pueblos indígenas y de los derechos ambientales, son las más expuestas a amenazas de muerte y asesinatos en el continente americano. Para el 2020, el 40% de las violaciones de derechos humanos en la región fueron a defensores indígenas y ambientales.
Florita Martínez, Cándida Derek, Fany Kuiru y Nemo Andy coinciden en que los invasores, en el intento de quitar territorios a comunidades indígenas, destruyen los bosques y contaminan el agua y, al mismo tiempo, atentan con la vida de las personas defensoras de tierras.
“Todo extractivismo viene con un ingrediente adicional que es la contaminación de todos los recursos”, afirma Kuiru, quien insiste en que las invasiones de los no indígenas ponen en riesgo la vida en todas sus formas y manifestaciones.
Por su parte, Derek insiste en que la única forma de proteger el medio ambiente es garantizar la certeza jurídica de sus territorios y favorecer el cuidado de zonas a proteger o preservar.
Además, según Nemo Andy, la llegada de empresas cerca de los territorios indígenas se traduce en explotación de los suelos, tala indiscriminada, caza ilegal y derrames de petróleo, lo que dificulta la protección de la biodiversidad.
Finalmente, la última batalla que libran estas mujeres por el cambio climático es contra el propio Estado, a quien señalan por no cumplir sus promesas de protección y de negar recursos -humanos, legales y financieros- para proteger su hábitat.
Es importante para mí, como mujer y como indígena, que no solo se nos diga: cuiden el bosque y ya, sino que nos den recursos para hacerlo.” afirma Florita Martínez.
Por su parte, Cándida Derek solicita al gobierno hondureño intervenir en los territorios indígenas para reforestarlos: “Necesitamos sembrar árboles para que estos nos protejan de los efectos del cambio climático. También, necesitamos que los gobiernos frenen a los invasores y apliquen las leyes a quienes están dañando el medio ambiente.”
Además, para la lucha contra el cambio climático, según la lideresa hondureña, es vital que las mujeres indígenas tengan acceso a las tierras, ya que en su mayoría, son ellas quienes la trabajan y cuidan.
Asimismo, Nemo Andy, exige justicia climática para sus territorios en Ecuador, respeto a las personas defensoras de los territorios y además, pide a los gobiernos y las grandes empresas multimillonarias que paren la contaminación que afecta directamente a las personas indígenas como cuidadoras del bosque.
La lideresa ecuatoriana, pide también a las autoridades que se acerquen a los territorios para palpar su realidad y conversar con las personas lideresas de los territorios: “Que todo lo que está sucediendo acá lo escuchen directamente de nuestra voz”, insiste.
La Data Cuenta realizó este reportaje durante el Encuentro de Mujeres de la Alianza Global de Comunidades Territoriales para discutir los impactos del cambio climático en sus comunidades. Esta actividad ocurrió del 25 al 28 de marzo de 2022 en el pueblo indígena Cabécar de Talamanca en Costa Rica. El intercambio fue organizado por la Alianza Global de Comunidades Territoriales y la Asociación de Mujeres Indígenas de Kábata Könana. Las fotografías utilizadas en esta publicación son cortesía de la Alianza Global de Comunidades Territoriales y de Florita Martínez.
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