La economía debería operar en un marco que contemple los límites planetarios y una base social de garantías básicas que asegure que todos los seres humanos puedan llevar una vida decente y saludable.
En este sentido, los autores proponen cambiar el Producto Interno Bruto (PIB) como indicador de desarrollo. “Aunque el PIB nos proporciona información importante sobre el nivel y el valor monetario de la producción, el consumo, el comercio, el gasto público y la renta nacional, nos dice poco sobre el bienestar de las personas, los hogares y las comunidades. Tampoco proporciona las señales económicas adecuadas cuando superamos los límites planetarios o caemos por debajo de los mínimos sociales”, señalaron.
También proponen corregir los fallos del mercado mediante impuestos sobre el carbono y otros impuestos medioambientales, restaurar el capital natural y los servicios ecosistémicos, eliminar las subvenciones perjudiciales y realizar una reforma agraria.
Otra medida tiene que ver con la relocalización: “es decir, el restablecimiento de niveles socialmente eficientes de producción local, ofrece una oportunidad para reducir estas emisiones al tiempo que se fomenta un auténtico progreso económico en las regiones económicas en dificultades, que se han quedado atrás por la carrera hacia la superespecialización y el hipercomercio mundial. Pero para que tenga éxito, deben eliminarse los obstáculos a la localización, desde los acuerdos comerciales hasta las subvenciones a la exportación”.