Los datos analizados son de 2016 a mayo de 2022.
Nota: La fuente de la información es el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial y noticias de prensa. Para reconstruir las pequeñas historias de las personas supervivientes, incluidas en la visualización, se utilizaron referencias de noticias publicadas en varios medios nacionales.
Nota: La fuente de la información es el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial y noticias de prensa. Para reconstruir las pequeñas historias de las personas supervivientes, incluidas en la visualización, se utilizaron referencias publicadas en varios medios nacionales.
Rompe el silencio. Cuando seas testigo de la violencia contra las mujeres no te quedes de brazos cruzados. Actúa.
Análisis de datos, diseño de infografía y textos
hassel@ladatacuenta.com
1 de septiembre de 2022
En este reportaje gráfico se presentan los números que dimensionan una de las consecuencias más lamentables y tristes del femicidio en Costa Rica: la de los niños, niñas, adolescentes y personas adultas que perdieron a su madre cuando alguien más creyó tener derecho a quitarle la vida por causa de su género. Además de los datos, se incluyeron historias breves de algunos de los descendientes de las mujeres víctimas. Personas a las que la violencia machista también les cortó su derecho a crecer y coexistir con sus madres. Los relatos se construyeron a partir de notas de prensa y se cuentan en primera persona con la intención de llamar a la reflexión sobre las formas crueles en las que la violencia de género destruye y daña la existencia de tantas personas, directa e indirectamente.
Clasificación de las personas huérfanas según edad
Los feminicidas tomaron la vida de 44 mujeres. De ellas, 30 eran mamás con entre 1 y 5 hijos e hijas. En total, 63 personas quedaron huérfanas. La mayoría, (33) tenía 12 años o menos. Las madres de 27 de estas niñas y niños no superaban los 30 años.
Entre 2020 y marzo de 2022, las víctimas del femicidio han sido 25. De ellas, 14 eran madres de 34 personas. Casi la mitad son niños y niñas con 12 o menos años. Las mamás de 10, tenían 30 años o menos.
Entre las y los 132 menores que perdieron a su mamá a causa de un femicidio hay 44 que tuvieron muy poco tiempo para convivir con ella porque tenían menos de 6 años cuando se las arrancó la violencia de género.
Simbología para interpretar los gráficos
Los feminicidas tomaron la vida de 44 mujeres. De ellas, 30 eran mamás con entre 1 y 5 hijos e hijas. En total, 63 personas quedaron huérfanas. La mayoría, (33) tenía 12 años o menos. Las madres de 27 de estas niñas y niños no superaban los 30 años de edad.
Entre 2020 y marzo de 2022, las víctimas del femicidio han sido 25. De ellas, 14 eran madres de 34 personas. Casi la mitad son niños y niñas con 12 o menos años. Las mamás de 10, tenían 30 años o menos.
Entre las y los 132 menores que perdieron a su mamá a causa de un femicidio hay 44 que tuvieron muy poco tiempo para convivir con ella porque tenían menos de 6 años cuando se las arrancó la violencia de género.
Niños y niñas de cero a 12 años, son las personas que primordialmente quedan desamparadas luego del femicidio de sus mamás, quienes, al momento del crimen, tenían 30 años o menos. En esa condición está la tercera parte de las personas sobrevivientes del femicidio de su madre.
El gráfico muestra la relación entre la edad de la madre y la que tenían sus hijos e hijas cuando se produjo el femicidio. (Por ejemplo, en 30 y menos/niño(a), el primer dato antes de la barra inclinada corresponde al de la madre. Luego, el de sus hijos o hijas). Tome en cuenta que solo 28 de las víctimas tenían un único descendiente. Las otras 62, entre 2 y cinco.
Al menos 22 de las 90 mujeres madres víctimas de femicidio en Costa Rica -entre 2016 y mayo de 2022- habían tenido a sus hijas e hijos siendo adolescentes.
El gráfico muestra los años que tenían las mujeres madres y sus descendientes en la fecha del femicidio. Para calcular cuándo se convirtieron en madres se restó la edad de la mujer a la de sus hijos e hijas. Simbología del color del gráfico: Los círculos grises representan a las madres, mientras los fucsias a los hijos
El Congreso costarricense reconoció, mediante la aprobación de una ley, que el Estado debe velar por los descendientes y otros familiares sobrevivientes de las víctimas de femicidio en el país. La nueva normativa obliga al Estado a garantizarles un subsidio económico, ayuda psicológica, atención médica, becas para estudio, bonos de vivienda y acompañamiento legal en el proceso judicial por el femicidio de su pariente.
Los beneficiarios del nuevo régimen de reparación integral para personas sobrevivientes de femicidio son: los hijos e hijas de las víctimas hasta su mayoría de edad. Periodo de cobertura que se amplía hasta los 25 años en caso de que continúen sus estudios. También aplica a familiares hasta primer grado de consanguinidad y afinidad. Asimismo, a personas adultas mayores o con discapacidad permanente que dependían económicamente de la mujer asesinada.
La nueva ley determinó que el apoyo económico mensual será equivalente a medio salario base o 231.100 colones (US$355, aproximadamente). Además, determinó que el ente rector del nuevo sistema será el Departamento de Violencia de Género del Instituto Nacional de las Mujeres. Por otra parte, conminó al Ministerio Público, Poder Judicial, Instituto Mixto de Ayuda Social, la Caja Costarricense del Seguro Social y al Ministerio de Educación, entre otras instituciones a dar atención prioritaria, expedita y permanente a las personas sobrevivientes.
Los fondos para tratar de resarcir a los y las supervivientes de víctimas de femicidio provendrán de las entidades que conforman el Sistema nacional para la atención y prevención de la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar. También de un impuesto de 3% a los permisos relacionados con la portación y uso de armas.
La legislación, que fue aprobada a finales de abril de 2022 y publicada en el Diario Oficial La Gaceta el 30 de mayo de 2022, estableció un lapso de 6 meses para que el INAMU redacte el reglamento que dará luz verde a la aplicación del nuevo régimen. Marcela Arroyave, especialista del Departamento de Violencia de Género del Instituto, comentó que el proceso está avanzando.
Este texto es ficción, hecha a partir de los detalles que me impactaron durante la lectura de noticias sobre femicidios de madres en Costa Rica. También se basa en testimonios de algunos familiares disponibles en YouTube.
Silencio. Mucho silencio antes y después del tiempo que te rompió. Te fuiste, ya sin aire, a un lugar donde te miran en una bolsa plástica y anotan tu nombre en un inventario de estadísticas y pruebas judiciales. ¿Por qué te fuiste así, mamá, como quedaste? Te llevaron en una camioneta de Investigación Judicial y a tu lado cimbraba la evidencia, el cuchillo, completamente rojo, que él usó. Hasta la muerte te persiguió el horror y yo no lo entiendo porque tengo 6 años y hoy empecé el prescolar.
Pobrecita la niña, dirán las vecinas. Sí, pobrecita yo cuando alguien deje a mi alcance los periódicos del día siguiente y al ver tus últimas fotos comprenda que no volverás más. La abuela, que todavía tendrá las manos frías, dirá: “¡bendito Dios! No sabe leer y el trauma así será más leve”. Entonces no la voy a contrariar. No le contaré de los comentarios de mis compañeros de clase en los días posteriores a tu crimen. Mi papá está preso, eso yo no lo sabía…
*-*
Son las 2 de la tarde, mi primera clase en la escuela está por terminar. Juego con plastilina. Hago dos figuras. Una roja, deforme, con los brazos gigantes como las dos aspas locas de un poema de Neruda que leeré en la adolescencia. La otra frágil, verde como el laurel y con pequeñas ondas en cada borde de sus hojas. Eso lo aprenderé de Rilke.
Mi maestra sale del aula. Alguien la llama y en mi juego yo no invento, presiento lo que pronto ya sabré. El cuchillo está tirado en la sala de la casa. Sus aspas filosas te han quitado el maquillaje bonito que te hiciste para mí esta mañana, cuando me llevaste de tu mano al aula por primera vez. Desde tu ojo derecho a tu boca hay sangre, lágrimas y ese hueco inmenso de pavor en las entrañas que comparto contigo cuando papá está en la casa.
Él se lanza sobre tu estómago, te golpea más. Te quiere dar esa lección para que no seas más coqueta, para que aprendas quien es el que manda. Las aspas locas se echan sobre tu cuello del laurel. ¡Te asustas mucho! Silencio. Mucho silencio en nuestra casa. Tu no gritas. Es inútil, nadie te va a escuchar por que los vecinos son sordos cuando se trata de “pleitos de pareja”.
La maestra pone su mano sobre mi hombro. Me pide interrumpir mi juego mientras me limpio en mi uniforme la plastilina de las manos y quedan puntitos verdes del laurel por todas partes.
Me llevan a mi casa. Estoy frente a tu cama vacía y solo pienso en que, esta mañana, salté sobre ella ilusionada:
-Buenos días, mamá.
Es temprano, muy temprano. Me pides que vuelva a mi cuarto a dormir. Faltan tres horas para mi primer día estrenando uniforme celeste. Acerco mi oído a tu estómago. Te digo: “Mi hermanita está dormida”. Espero un rato y mi mano la siente moverse. Una patada. Imagino a mi hermana jugando al fútbol conmigo, no en esta casa, sino en la casa de mi abuela, a donde dices nos iremos pronto para huir de los celos y los golpes de él.
Camino por tu habitación. Ya no estás, pero huele tanto a ti. Las manos de la abuela, permanentemente frías, me jalan de un brazo, me sacan apresuradamente de ahí. En el suelo hay un lápiz de labios, unas sombras y una base de maquillaje.
-Píntate un poquito, mamá, para que me lleves a la escuela y te veas más linda hoy-, te pedí mientras tomábamos el café.
Te reíste, te miraste al espejo. Me abrazaste. Yo me sentía feliz, ajena a la desgracia de la que intentaré sobrevivir con todas mis fuerzas por el resto de mis días. Me diste la mano para salir de la casa a la escuela. Ninguna lloraba en ese instante como ahora lo hace la abuela al cerrar la puerta de este lugar donde tú y yo vivimos.
Yo llevo en la mochila mi ropa y tus últimos recuerdos recogidos a toda prisa. Ya no volveremos a esta casa. Abuela, es tarde, tengo miedo, consuélame ésta y todas las noches que faltan… El tiempo pasa.
Hoy empiezo el cuarto grado. A mi papá lo han sentenciado a 35 años de cárcel. A eso le llaman justicia, aunque a mí él me haya condenado a no conocer a mi hermana. A nunca más volver a ver a mi mamá.
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2022
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