Premios y prejuicios

Premios y prejuicios

La invisibilidad de las escritoras en el Nobel de Literatura

¿Por qué tan pocas mujeres han ganado el Nobel de Literatura? En este reportaje, exploramos más de un siglo de historia del premio y cómo las escritoras han sido dejadas en un segundo plano. Conoce los datos de las pocas autoras que lograron romper barreras, aunque muchas veces con un reconocimiento que llegó tarde. Además, disfruta de una infografía completa sobre las 18 mujeres y 103 hombres premiados hasta 2024 y cómo ha cambiado (o no) la brecha de género a lo largo de los años.

Análisis y diseño de datos: HasselFallas

Publicado: 11 de octubre de 2024

La historia del Premio Nobel de Literatura está marcada por una persistente desigualdad de género, donde las escritoras han quedado, una y otra vez, en la sombra de sus colegas masculinos. Desde su primera entrega en 1901, este galardón ha reflejado, en parte, las dinámicas y prejuicios sociales de cada época, influyendo en el reconocimiento del talento literario de quienes escriben.

Un análisis realizado por La Data Cuenta, basado en los registros de la Academia Sueca, muestra que las autoras han tenido que esperar mucho más que sus pares hombres para recibir un reconocimiento que, además de tardío, ha sido siempre escaso. De las 118 preseas otorgadas hasta 2024, solo 18 han recaído en manos de mujeres, lo que representa menos del 16% del total.

Un camino de perseverancia

Un camino de perseverancia

Una versión mucho más completa y detallada de esta infografía puede consultarse en la versión de escritorio de esta publicación.

Las brechas desde el primer premio

En 1909, la sueca Selma Lagerlöf se convirtió en la primera mujer en recibir el Nobel de Literatura, ocho años después de la creación del premio. Sin embargo, fue necesario esperar otros 17 años para que otra mujer, Grazia Deledda, fuera premiada. En esa época, la Academia Sueca tendía a valorar una narrativa femenina que enfatizaba su conexión con tradiciones culturales y un idealismo considerado una extensión del canon literario europeo.

El caso de la chilena Gabriela Mistral, premiada en 1945, fue doblemente significativo: fue la primera persona de América Latina en ganar el Nobel de Literatura, y hasta la fecha, sigue siendo la única mujer de la región que lo ha recibido.

Tras Mistral, la desigualdad se hizo aún más evidente: pasaron 21 años antes de que otra mujer fuera premiada, un vacío que se rompió en 1966 con Nelly Sachs, aunque compartió el galardón con el escritor israelí Shmuel Yosef Agnón.

Durante el siglo XX, el reconocimiento de las voces femeninas fue prácticamente inexistente: solo 9 premios fueron para mujeres, mientras que 87 recayeron en hombres.

Imagen creada a partir de IA

Nuevo siglo con avance, pero lento

Con el cambio de milenio, se ha observado un ligero repunte en la apreciación de la literatura escrita por mujeres. En las últimas dos décadas y media, 9 mujeres han sido galardonadas, representando la mitad del total histórico. La Academia ha comenzado a premiar a autoras cuyas obras destacan por la innovación narrativa y la exploración de la memoria y la experiencia humana.

Este cambio se refleja en galardones como el de Elfriede Jelinek (2004), reconocida por la forma en que su prosa musical revela “la absurdidad de los clichés de la sociedad”, y Herta Müller (2009), premiada por su retrato del “paisaje de los desposeídos” a través de una combinación de poesía y prosa.

La diversidad de temas y estilos también se ha ampliado, valorando a escritoras como Svetlana Alexievich (2015), por sus escritos polifónicos que ofrecen un monumento al sufrimiento y la valentía de nuestro tiempo. Esta etapa también refleja un interés por la memoria colectiva y la experiencia individual, como se aprecia en la obra de Annie Ernaux (2022), galardonada por su análisis de las raíces y las restricciones colectivas de la memoria personal, y en Han Kang (2024), cuya “intensa prosa poética” explora traumas históricos y la fragilidad de la vida humana.

El sesgo en la concesión del Premio Nobel de Literatura refleja la sociedad en la que se desarrolla. Aunque las mujeres siguen ganando terreno y demostrando que su obra tiene la misma profundidad y universalidad que la de sus pares masculinos, el verdadero reto es desmantelar las estructuras que aún dificultan su reconocimiento pleno.

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