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Oaxaca de Juárez: La ciudad que agoniza por falta de agua y altas temperaturas

Oaxaca de Juárez: La ciudad que agoniza por falta de agua y altas temperaturas

Imagen creada a partir de Inteligencia Artificial

Vidas en sequía

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Reportaje y fotos: Diana Manzo

Edición, análisis y diseño de datos: Hassel Fallas

Publicado: 23 de junio de 2024

Reportaje, video y fotos: Diana Manzo

Edición, análisis y diseño de datos: HasselFallas

Publicado: 23 de junio de 2024

En Oaxaca de Juárez, México, la combinación de un sistema de abastecimiento deficiente, temperaturas récord y mantenimiento inadecuado de infraestructuras ha intensificado una crisis hídrica severa. Los residentes, entre ellos personas mayores como Guillermina Méndez Cruz, enfrentan escasez de agua y deben comprarla a precios elevados, almacenándola de manera ardua cada dos meses. La situación se ve agravada por la contaminación del río local y el cambio climático, que limita severamente el acceso al agua y afecta la calidad de vida de los habitantes.

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Los pesares de una adulta mayor

“A mis 74 años, lo que una quiere es vivir tranquila, pero ¡nunca imaginé que a mi edad tendría que estar subiendo y bajando cubetas de agua para almacenarla, usarla y hacerla rendir al máximo porque aquí el agua llega a las tuberías cada dos meses! ¡Es desesperante! Una persona de la tercera edad como yo se cansa mucho de esto”, dice Guillermina Méndez Cruz, quien desde hace un año sobrevive a la grave crisis hídrica en Oaxaca de Juárez, la capital y ciudad más poblada del homónimo estado sureño de México.

La carestía de agua ha trastocado su vida al punto de que ha dejado de compartir tiempo con sus nietos, platicar con sus amigas y cocinar sus platillos favoritos. Pero, sobre todo, le ha causado “la gran tristeza” de ver secarse y morir a sus plantas y flores.

Su frustración por la escasez de agua es más intensa debido al calor: México enfrenta las mayores temperaturas registradas en su historia, con comunidades como Oaxaca de Juárez experimentando condiciones sin precedentes, en un año que se conocerá como el más caliente en los anales del planeta.

Ahora, la rutina de Guillermina la consume en protegerse del clima extremo, llenar y conservar agua en decenas de recipientes desperdigados en todos los espacios posibles de su casa.

El líquido que acopia cuidadosamente proviene de una cisterna, un depósito subterráneo en el patio de su vivienda a donde van a parar los 10 mil litros de agua que compra a una empresa privada de pipas de agua, cada dos meses.

En México, una pipa es un camión con un tanque diseñado para transportar el agua y el valor del servicio oscila entre 1.300 y 2.000 pesos (US$70 y us$108). Es decir, entre una tercera parte y casi la mitad de un salario promedio mensual.

El monto es un gasto extra que va en detrimento de otras necesidades del hogar y sale de la pensión de su marido jubilado (77 años) y del aporte de su hija, maestra de 42 años. Por ello, Guillermina ha aprendido a distribuir cada gota muy bien. En su casa, se han habituado a consumir, aproximadamente 56 litros de agua por persona para todas las necesidades diarias, 44 menos de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Para enfrentar este estiaje, ha tenido que limitar el uso del agua al bañarse, limpiar su hogar, lavar sus trastos y ropa.

En México, las pipas de agua son esenciales en tiempos de escasez; aquí, una provee 10 mil litros a un costo que consume hasta la mitad del salario promedio, un sacrificio necesario para familias como la de Guillermina Méndez

Guillermina  se enfrenta al año más caliente en la historia, protegiendo su hogar en Oaxaca de Juárez del extremo calor y la escasez de agua, almacenando vital líquido en numerosos recipientes.

Guillermina y su familia compran la pipa a pesar de que, a 100 metros de su vivienda, el Gobierno del Estado colocó varios de estos tanques para abastecer a las colonias y fraccionamientos de la ciudad. Lamentablemente, el programa no consideró las necesidades de las personas mayores.

“Imagínate yo, con la poca fuerza de mis manos y mis pies era imposible abrir la llave tan pesada para sacar el agua. No había quién me ayudara, íbamos muchos adultos mayores. Además, tenía que formarme muy temprano para ver si alcanzaba turno y cargar las cubetas, era sumamente cansado. Definitivamente, para mí no funcionó y seguí comprando pipas”, explica la adulta mayor.

Para ella, el servicio privado ha sido una cara alternativa que paga ante la desesperación por adaptarse a vivir en sequía, soportando también el peso de sus años.

Tendencia ascendente en las temperaturas

Un calor infernal

La crisis del agua que padece Guillermina y otros 300 mil habitantes del municipio se incrementó debido a la prolongada sequía por falta de lluvias que, exacerbada por las intensas olas de calor de los últimos cuatro meses, ha impedido que los mantos freáticos y manantiales que abastecen a la metrópoli recuperen sus niveles.  

Actualmente, la capacidad del sistema de abastecimiento doméstico de agua potable de la capital es de 195 litros por segundo cuando se requieren de, al menos, 1.100 litros por segundo para suplir la demanda de la población.

Debido a la misma aridez, las presas para uso agrícola del estado están en el mínimo porcentaje de llenado, incluso – en el caso de la Presidente Benito Juárez y Yosocuta -muy por debajo de la cantidad registrada un año atrás, como evidencia el gráfico.

Niveles críticos en las presas de uso agrícola

La capital oaxaqueña lleva 16 periodos anormalmente secos, una racha que comenzó en septiembre de 2023. Las temperaturas han llegado hasta los 40 grados Celsius, algo inusual para sus pobladores.

La casa parece un horno, hace mucho calor y estos últimos meses, abril y mayo, fueron insoportables. Antes, en Oaxaca, el clima era templado y lluvioso, pero ahora hace demasiado calor. Me vi obligada a comprar dos ventiladores para apaciguarlo

Guillermina Méndez Cruz

Vecina de la capital del oaxaca

La experiencia de Guillermina refleja una realidad cada vez más común en México, donde las olas de calor extremo se han vuelto significativamente más frecuentes debido al calentamiento global, según un análisis del World Weather Attribution.

 El estudio muestra que las temperaturas extremas son ahora 35 veces más probables debido al cambio climático. Antes, el calor intenso como el que se registra este año podría haber ocurrido una vez cada 60 años. Ahora, sucede cada 15 años. Y no solo los días son más calurosos; las noches también han sido impactadas, siendo 200 veces más probables que antes.

Los efectos del fenómeno son devastadores. En México, al menos 125 personas han muerto por el calor, cinco de ellas en el estado de Oaxaca.

Impacto mortal de las olas de calor

Cambio climático no es el único culpable

Sin embargo, el cambio climático no es el único culpable de la sequía, el inclemente calor y la seria insuficiencia hídrica. Las autoridades también reconocen que la falta de mantenimiento y las fugas desatendidas en la vieja infraestructura de suministro son otra causa importante del estiaje colectivo.  

En el estado, estas fallas son responsables del desperdicio de, al menos, 40% del agua potable disponible, según estimaciones del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca.

Los municipios de México necesitan mejorar su infraestructura hídrica para una gestión más eficiente, principalmente para atender el problema que representan las tomas clandestinas y las fugas

Instituto Mexicano de Competitividad

Además de estos problemas, el único río que rodea a Oaxaca de Juárez, el Atoyac-Verde, que podría inyectar humedad a los mantos acuíferos de la ciudad, está contaminado.  Lamentablemente, sobre su cauce ya no corre agua limpia, sino un cúmulo de aguas negras procedentes de 34 municipios que se ubican en sus márgenes.

Este río, uno de los más grandes de México, tiene una capacidad de 5 millones de metros cúbicos y es una de las cuencas más extensas de Oaxaca. Recoge las aguas de los valles centrales, la sierra mixteca, la sierra del sur y la costa, hasta desembocar en el océano Pacífico. Sus aguas podrían servir para consumo humano y cultivos, pero, a pesar de los esfuerzos colectivos para salvarlo, no se ha logrado.

“En mi niñez jugábamos en el río, que estaba limpio y cristalino. Hoy todo es contaminación y falta de agua”, lamenta Guillermina.

Las circunstancias actuales subrayan un desafío crítico que no solo enfrenta Oaxaca sino también todo México. Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México y la ONU resalta cómo el rezago en infraestructura, junto a la insuficiencia y contaminación del agua, exacerba los conflictos sociales y económicos, complicando aún más la gestión hídrica del país.

“Todo ello se agrava por los efectos del cambio climático que, de manera creciente, generan escenarios complejos e inciertos en medio de mayores sequías e inundaciones”, dice el informe.

Ajena a las investigaciones científicas, Guillermina continúa su trajín de calor y escasez. Esta tarde de mediados de junio -en la que se le entrevistó para este reportaje- cayó un poquito de lluvia y ella corrió a recolectarla en algunos recipientes.

“Captar agua de lluvia es una práctica poderosa. No imaginé que algún día, en mi vejez, la iba a recoger, pero es agua limpia, que nos salva, también”, dice Guillermina con la esperanza de que, algún día la lluvia reviva la abundancia en su ciudad y le permita, de nuevo, tener plantas y flores fuertes y sanas en su jardín.

Precipitaciones marcan nuevo
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