Deforestación

Crédito: Imágenes generadas a partir de IA

Rescate verde

Rescate verde

Defensores ambientales salvaguardan semillas de árboles talados por obras del Tren Interoceánico en Oaxaca

Defensores ambientales salvaguardan semillas de árboles talados por obras del Tren Interoceánico en Oaxaca

Rehabilitación de línea K arrasó con casi 10.000 mil ejemplares de 70 especies nativas, entre ellas la palma blanca Sabal, protegida por Ley

Rehabilitación de línea K arrasó con casi 10.000 mil ejemplares de 70 especies nativas, entre ellas la palma blanca Sabal, protegida por Ley

Reportaje y fotografías: Diana Manzo  Edición y diseño de datos: Hassel Fallas

Publicado el 7 de marzo de 2024

Reportaje y fotografías: Diana Manzo

  Edición y diseño de datos: Hassel Fallas

En Unión Hidalgo, Oaxaca, la rehabilitación de la línea k del Tren Interoceánico, promovida por el gobierno de México, ha desencadenado una crisis ambiental en el paisaje y la biodiversidad del municipio zapoteca, donde cerca de 10 mil árboles nativos han sido derribados para dar paso a la obra, afectando 91 hectáreas de terreno y 20 corrientes de agua. Frente a esta crisis ecológica, la comunidad se moviliza, recolectando semillas de las especies derribadas en un esfuerzo por reforestar la zona, una iniciativa que busca no solo mitigar el impacto ambiental sino también reafirmar su conexión ancestral con la tierra. Sin embargo, la falta de respuesta de las autoridades a este proyecto pone de relieve la urgente necesidad de equilibrar el progreso con la preservación del patrimonio natural y cultural de la comunidad.

Oaxaca, México- “¿Ves estos árboles? Nos da tristeza verlos tirados como cualquier desecho en los 26 kilómetros de derecho de vía de nuestro territorio zapoteca. Es un grave problema, pero pareciera no importar porque muchos piensan en que su derribo es sacrificio para el desarrollo”, lamenta Edgar Martín, activista comunitario en el municipio de Unión Hidalgo, Oaxaca.

La descripción hecha por Edgar es solo el principio de una devastación ambiental más profunda: Cerros desfigurados, cauces de agua modificados, lagunas drenadas y ahora rellenas con tierra, piedras y escombros; patos sin agua y aves sin nidos conforman ahora parte del paisaje en Unión Hidalgo. En el municipio zapoteca, 91 hectáreas están asoladas por el derribo y quema de casi 10.000 árboles endémicos; un área que equivale a veinte veces el tamaño del Zócalo de la Ciudad de México y sus calles aledañas.

La transformación es una consecuencia directa de la rehabilitación de la Línea K del ferrocarril, parte integral del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) que abarca otras dos líneas que, además de Oaxaca, cruzan por los estados de Chiapas, Veracruz y Tabasco.

Impulsado por el gobierno de México, este ambicioso proyecto busca conectar dos mares -el Golfo de México y el océano Pacífico -a través de una moderna vía férrea que atraviesa el corazón del Istmo. Sin embargo, lo que promete ser un puente entre océanos, integrándose también con el polémico Tren Maya, se ha convertido en un abismo para la biodiversidad y la comunidad de Unión Hidalgo, donde se localiza una de las 27 estaciones que incluye la rehabilitación de 459 kilómetros, solamente de la línea K.

Mapa de la zona de rehabilitación de la línea K del Tren Interocéanico

Crédito: Mapa cortesía de GeoComunes

“¡Esto es una barbarie! Un ecocidio. La Secretaría de la Marina (Semar) -encargada de la obra- lo sabe, nos hemos reunido con sus funcionarios, pero parece no importarles.  No existe el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) para prevenir, mitigar y restaurar los daños al ambiente por parte de la empresa constructora GFS ni el CIIT. Hasta el momento, son casi 10 mil árboles nativos que se han derribado por esta mega obra”, reprocha Edgar Martín, activista comunitario, con quien La Data Cuenta ha recorrido en bicicleta los 26 kilómetros de derecho de vía que han sido transformados irreconociblemente.

Edgar lleva bien las cuentas porque junto con otros activistas y campesinos han levantado un censo de cada árbol talado e incinerado. Los árboles pertenecen a 70 especies distintas, algunas se usan para remedios caseros en forma de té o para ser colocados directamente sobre la piel. Otros, como la Palma blanca (Sabal) están protegidos, pero solo en papel, en la lista de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

En el padrón recabado por los unidalguenses, cada árbol está descrito y nombrado en lengua zapoteca: bara bacana’ (trovador), basaa (guasamando), biaachi (ciruelita iguanera), biibi (jaboncillo), bila’ (guaje), bilumbu’ (cachimbo), bioongo’ (pochote), biquiiche (huamúchil), se lee en el inventario.

Llamar a los árboles en zapoteco va más allá de un acto de catalogación; es una reivindicación de las raíces de los habitantes de Unión Hidalgo, para quienes sitios como el Bosque Comunal El Palmar -afectado por las obras – les da no solo el sustento, también la salud.

El Palmar es considerado una “farmacia milenaria” de 829 hectáreas, cuyo origen se remonta a los Binniguenda “gente con el don de la acción” quienes le dieron forma al espacio para satisfacer las necesidades de vivienda y vida sana de la población, cuenta Martín Correa Arce, investigador y coordinador de la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca (UACO).

Justamente, en la esquina sur poniente de este bosque comunal, se ubica el primero de los siete campamentos de trabajo para reestablecer la línea K ferroviaria en este municipio, establecidos por la Semar y GFS.

“El Palmar nos ha dado la vida, nos ha dado la palma campechana. Yo desde hace 50 años la corto de manera sustentable y la vendo a productores de la mixteca de Oaxaca, Puebla y Guerrero para elaborar artículos como sombreros, abanicos, tapetes y bolsas. Aprendí el oficio a los ocho, con mi papá”, dice Laureano Toledo “El Palmerito”, quien se protege del sol debajo de un árbol de Granadillo que ha resistido a la tala para garantizar el avance del tren.   

Desolación forestal

En el municipio zapoteca de Unión Hidalgo, las obras de rehabilitación de la línea K del Tren Interoceánico han resultado en la destrucción y quema de casi 10,000 árboles endémicos, abarcando una extensión de 91 hectáreas, equivalente a veinte veces el tamaño del Zócalo de la Ciudad de México y sus alrededores.

Crédito: Imágenes generadas a partir de IA

¡Esto es una barbarie! Un ecocidio. La Secretaría de la Marina (Semar) -encargada de la obra- lo sabe, nos hemos reunido con sus funcionarios, pero parece no importarles.  No existe el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) para prevenir, mitigar y restaurar los daños al ambiente- por parte de la empresa constructora GFS ni el CIIT. Hasta el momento, son casi 10 mil árboles nativos que se han derribado por esta mega obra

Una solución comunal

En la continuación del recorrido periodístico, se cruzan esteros, puentes, cerros de varios tamaños y colores. También se constata que la alteración del entorno va más allá de la pérdida de flora, afecta además a 20 corrientes de agua: Estero Guié, Río Espíritu Santo, Estero Espantaperros, un arroyo del Portillo El Chacal, ocho arroyos de la Cordillera los Chacales y ocho más entre K51 y Cerro Prieto.

Mientras el megaproyecto avanza a pasos presurosos, cumpliendo con un cronograma que apunta a su finalización en el cuarto trimestre del 2024, en Unión Hidalgo también se alzan voces como la de Guiexhuba Marín, una joven antropóloga social y activista de 26 años.

Ataviada con enagua y huipil, Guiexhuba ha sido testigo de cómo el paisaje del Istmo de Tehuantepec se ha transformado drásticamente con la instalación de centrales eólicas desde el 2009, como la de DEMEX (Desarrollos Eólicos Mexicanos), y ahora con la rehabilitación de la Línea K del ferrocarril, el megaproyecto estrella del presidente Andrés Manuel López Obrador.

“No es oposición lo que ofrecemos, sino defensa; defensa de la vida, de cada ser vivo que nos rodea, para conservar lo nuestro, lo que le pertenece a la tierra”, dice la joven profesionista quien no comprende aún como una empresa y el gobierno derriban miles de árboles milenarios sin preocupación alguna.

La Data Cuenta se unió al activista Edgar Martín en un recorrido en bicicleta para explorar el impacto ecológico de la Línea K en Unión Hidalgo, Oaxaca. Mientras avanzábamos nos encontramos con un paisaje alterado por la construcción: árboles derribados y quemados, cerros desgastados, cursos de agua desviados, lagunas rellenadas y bancos rocosos dispersos de manera irregular. Fotos: Diana Manzo

Movidos por esta realidad, Guiexhuba, Laureano “El Palmerito”, Édgar y sus hijos (Natalia, Bertha y José) así como muchos otros activistas comunitarios más han comenzado a recolectar semillas de las 70 especies autóctonas de árboles derribados. Su objetivo es claro: reforestar la zona afectada para mitigar el impacto ambiental de la línea del tren, responsabilidad de la Secretaría de Marina y al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT).

“Les hemos propuesto – a Semar y CIIT – que nuestra Comuna puede asumir la tarea: Desde la recolección de semillas hasta su plantación final. Este proceso incluye su germinación en dos viveros, embolsado y lignificación para fortalecerlas; tareas que haríamos en colaboración con agro ecólogos de la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca (UACO), la Galería Gubidxa y la participación activa de los niños y adolescentes de nuestras escuelas”, explicó Édgar Martín.

Para llevar a cabo esta iniciativa de reforestación, la comunidad únicamente ha solicitado a las autoridades los permisos necesarios y el suministro de equipos e implementos. A pesar de la trascendencia de esta labor para la recuperación del ecosistema local, hasta la fecha, no ha habido respuesta ni interés por parte de las autoridades implicadas. Este desinterés contrasta con la preocupación de los residentes de Unión Hidalgo, quienes ven en la defensa de sus árboles no solo un acto de conservación ambiental, sino también una lucha por preservar su calidad de vida y su identidad cultural.

Nos inquieta pensar que, a pesar de que la Semar sabe de las afectaciones, parece no importarle. Pero a nosotros sí nos importa porque son nuestros árboles, los que nos dan sombra y ayudan a la formación de lluvia. Ellos son parte de nuestro contexto social, esas plantas son nuestra vida, por eso la defendemos

Los árboles por los que llora la comunidad

La comunidad de Unión Hidalgo está preocupada por las consecuencias ambientales de la construcción del Tren Interoceánico. Para ellos es vital defender los árboles endémicos que les proporcionan sombra y contribuyen a la formación de lluvia, asegurando así su calidad de vida. El siguiente gráfico e imágenes le permitirá conocer más sobre estas especies.

Las especies más taladas

Yaga ziña (palmera real o blanca)

21%, uno de cada 5 

Bila’ (guaje)

6%, uno de cada 18 

Biquiiche (huamúchil)

6%, uno de cada 18 

Gulabere’ (uvero)

6%, uno de cada 18 

Yaga bixohui (roble)

6%, uno de cada 18 

Bioongo’ (pochote)

3%, uno de cada 30

Guie’niza (cocuite)

3%, uno de cada 30

La’guia’ (tepehuaje)

3%, uno de cada 30

Pe’pe’ (hicaco)

3%, uno de cada 30

Crédito: Imágenes generadas a partir de IA

Sin medidas de impacto ambiental

La rehabilitación de la línea K del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, no solo está transformando al municipio de Unión Hidalgo sino a toda la región que atraviesa este tramo entre los estados de Oaxaca y Chiapas.

La obra, que se extiende por 476 kilómetros de vías, implica la construcción de 300 nuevos puentes y la recuperación de otros 227, junto a la remoción de suelo en 1.350 hectáreas dentro del derecho de vía.

La apertura de bancos de materiales, caminos de acceso, talleres de locomotoras, unidades de arrastre y patios de maniobras auguran una profunda alteración en la vida de todas las comunidades alrededor del proyecto.

A pesar de las significativas transformaciones que estos trabajos implican, la ausencia de un Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) para la obra pone en relieve una preocupante falta de consideración por las consecuencias ecológicas y sociales.

El pasado 9 de febrero de 2024, en respuesta a una solicitud de información (folio 330026724000141), la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) confirmó que no hubo ninguna Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada por el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) o la Secretaría de Marina para la rehabilitación de la línea K.

Edgar Martín, activista en Unión Hidalgo, lamenta que las autoridades nieguen el daño en su comunidad mientras la evidencia de la destrucción de flora nativa y la alteración de ecosistemas habla por sí misma. Detalló que la respuesta oficial que les ofreció la Semar minimiza la afectación, catalogando como «arbustos espinosos» a árboles como: Algarroba, Guamúchil, Morro, Apachite, Guano y Palo Verde.

“Esto sucede muy a menudo, se violenta el derecho a la información ambiental y se criminaliza a los defensores de derechos humanos en asuntos ambientales. Nunca habíamos visto tanta opacidad como en este megaproyecto a cargo de militares. Les hablamos del Convenio Relativo a los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas (RAMSAR), del Acuerdo de Escazú, del Convenio 169 de la OIT. Y responden que para la Marina es un alto honor cumplir un mandato presidencial con pasión y entrega por México”, afirmó Martín.

 Este hecho no es aislado, como lo demuestra la situación paralela en diferentes tramos del Tren Maya, donde se han llevado a cabo obras con severas afectaciones a ecosistemas críticos sin las autorizaciones ambientales previas.

La falta de MIA y el desdén hacia los tratados internacionales de protección ambiental para la línea K también es reprochado por la organización Geocomunes, especializada en la cartografía en defensa de los bienes comunes en México. Para el colectivo, la ausencia del Manifiesto no solo cuestiona la legitimidad del proyecto, también plantea serias dudas sobre su planeación y ejecución a las “prisas”.

Esta prisa, en criterio de voceros de Geocomunes, ha llevado a irregularidades como la falta de claridad en la expropiación o compensación por las tierras afectadas y la ausencia de permisos ambientales necesarios para actividades críticas como la renovación de las vías del tren y la extracción de materiales.

Geocomunes alertó también de que, este proyecto podría atraer a empresas maquiladoras a la región y transformar al Istmo de Tehuantepec en una zona industrial donde se explote a los migrantes que entran por la frontera sur de México. Una situación que pondría en riesgo los derechos humanos, los oficios tradicionales, la vida comunitaria y sus expresiones culturales. Además, anticipa un incremento en la violencia relacionada con el control del tránsito de mercancías, sumando una preocupación adicional a las ya existentes en materia de seguridad.

La situación actual nos enfrenta a un desafío aún mayor en medio del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Después de haber enfrentado una pandemia, ahora nos encontramos con la sequía. En este contexto, la calidad de vida y la protección de nuestro territorio se vuelven más importantes que nunca. No se trata simplemente de oponernos a algo, sino de una necesidad vital de conservar lo que nos pertenece.

En sus palabras, Guiexhuba encapsula el sentir de toda Unión Hidalgo, una comunidad enfrentada a un proyecto de gran escala sin las debidas consideraciones ambientales. Su única forma de resistencia es continuar recolectando semillas de los árboles autóctonos derribados para, en un futuro cercano, reforestar la zona afectada y mitigar el impacto ambiental que deja tras de sí el avance del «progreso».

En el trayecto de 26 kilómetros de derecho de vía también cruzamos esteros, puentes, y cerros, resaltando la afectación de la mega obra de la Línea K del Tren Interoceánico. En total son 20 corrientes de agua las afectadas. Fotos: Diana Manzo

Periodismo independiente basado en datos desde 2013

Para consultas sobre cursos, asesorías o desarrollo de proyectos en análisis y visualización de datos, escriba a: hassel@ladatacuenta.com

error: No se puede descargar