Crónica

Diáspora venezolana en México

“Migrar es un testimonio de la resistencia humana y la voluntad de sobrevivir”

Entre 1990 y 2020, la emigración de venezolanos de su tierra experimentó un aumento extraordinario, multiplicándose por 29 y superando la marca de los 5 millones de personas. Este incremento desmesurado no tiene parangón en ninguna otra región del mundo. Diversos eventos políticos y económicos han desencadenado el vertiginoso crecimiento de la diáspora venezolana en el extranjero. En esta crónica, narrada en primera persona, Belinda Núñez, psicóloga y migrante venezolana, comparte su historia como un vivo testimonio de la tenacidad y sacrificio de millones de compatriotas que se han visto obligados a buscar un futuro más prometedor en tierras extranjeras.

Entrevista: Claudia Contreras, Rumbo al Norte, Radio UdeG Ocotlán, Jalisco 

Edición, análisis y diseño de datos: HasselFallas

Publicado: 22 de enero de 2024

“No puedo evitar emocionarme al pensar en el viaje que ha sido mi vida desde que decidí dejar mi Venezuela natal con mi hija pequeña.  En noviembre de 2023 cumplí siete años desde que aterricé en Guadalajara, Jalisco, México, una ciudad que me ha abierto sus puertas y a la que le estoy profundamente agradecida por lo que me ha permitido hacer como psicóloga.

Esta historia que voy a contar es solo una entre las de millones de migrantes venezolanos que han dejado su país en busca de una vida mejor. En este camino de migración forzada por una crisis política de más de dos décadas hay quienes tuvieron que emprender rutas peligrosas para escapar. No a todos nos ha ido bien, ni logramos sobrevivir y encontrar un lugar para prosperar.

Mi experiencia es una de esperanza, resistencia y resiliencia que empezó después de haber hecho una fila de nueve horas para comprar papel higiénico en un supermercado. Mi hija, en ese momento de diez años, me acompañaba y estaba tan contenta porque el dependiente -contra todas las reglas- nos había vendido dos paquetes.

Venezuela estaba sumida en la escasez de alimentos y productos esenciales y mis esfuerzos para brindarle una vida mejor a mi hija se veían obstaculizados por la crisis. El episodio del supermercado me deprimió, fue mi punto de inflexión. ¡No podía permitir que la felicidad de mi hija se redujera a comprar papel higiénico! Entonces, dejé de resistirme a la idea y decidí migrar a México por ella, por su futuro y el mío.

Crédito: Imágenes generadas con IA

Antes que mi hija y yo, ya la migración obligada había fragmentado a mi familia, que es un claro ejemplo de la diáspora venezolana. Tres de mis hermanas están en Londres, Irlanda y Canadá, respectivamente. Otra se quedó en Venezuela, arraigada a su tierra. ¡Quienes nos fuimos sabemos que siempre seremos venezolanas de corazón!

Cuando estábamos en el aeropuerto para volar a México, mi niña me preguntó: ¿por qué necesitamos pasaporte para ir a otro país si el mundo es de todos? Me pareció una lógica muy bonita, pero tuve que explicarle que el mundo no nos pertenece, que existen fronteras y cada una de ellas les pertenece a personas con reglas que debemos cumplir quienes deseamos entrar a su país.  

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Crédito: Imágenes generadas con IA

Etiquetas y prejuicios

A los venezolanos, debido a la migración masiva, a la desesperación por buscar salidas a una vida mejor, nos han puesto tantas etiquetas… Nuestra migración no es un delito, sino una lucha por la supervivencia y una búsqueda de oportunidades que se nos negaron en nuestro país de origen.

Cuando me preguntan por qué los venezolanos no protestamos, peleamos más, la respuesta es: No es por falta de voluntad o valentía. Es porque vivimos en un país donde el gobierno persigue, encarcela y mata a quienes se atreven a alzar la voz. La impunidad es la norma y la mayoría de nosotros no posee armas ni recursos para defenderse.

En mi país se vive con la desesperanza aprendida, ese sentimiento que se arraiga en las personas cuando no ven respuestas a sus problemas. Nosotros vivimos en una guerra, no en el sentido tradicional, sino en el de la agresión física y emocional que muchos de mis compatriotas enfrentan en silencio.

A pesar de los prejuicios, los venezolanos que han emigrado son, en su mayoría, profesionales altamente capacitados, lo que ha sido una ventaja para los países receptores. Chile, por ejemplo, cuenta con un gran número de médicos venezolanos en puestos importantes.

Nuestro país nos formó con una educación sólida y ahora estamos llevando ese conocimiento al mundo. Yo, por ejemplo, en México, encontré una nueva oportunidad y un lugar para desarrollar mi profesión como psicóloga. A lo largo de los años me he convertido en una vocera y conferencista en el Congreso Nacional de la Asociación Psiquiátrica de México, especializándome en el tratamiento de la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo, ayudando a muchas personas a sobrellevar estas situaciones.

El país que ya no existe

Mi experiencia en México ha sido transformadora. He sido recibida con los brazos abiertos y he logrado integrarme en la sociedad. Guadalajara es mi nuevo hogar y me siento agradecida por la oportunidad que me ha brindado. He logrado naturalizarme y tengo la doble nacionalidad, aunque insisto: emocionalmente siempre seré venezolana.

La migración no es un viaje fácil, pero es un testimonio de la resistencia humana y la voluntad de sobrevivir. La música, la comida y las tradiciones de Venezuela siguen vivas en mi corazón, pero más que la comida, extraño a mi familia y las reuniones que solíamos tener cada fin de semana.

Sin embargo, sé que estoy donde debo estar. La migración no es solo un acto de supervivencia, sino una oportunidad para crecer, aprender y contribuir al país que te abre las puertas.

Así que, cuando me preguntan si regresaría a Venezuela, la respuesta es compleja porque esta Venezuela de ahora no es la mía. El país donde fui feliz, lo que extraño de él, ya no existe. Aunque por siempre sea mi tierra natal, mi hogar ahora es México, donde he encontrado una nueva familia y una comunidad de personas que, como yo, están dispuestas a dar lo mejor de sí para un futuro mejor”.

Belinda Núñez es psicóloga y migrante venezolana. Su historia es una representación de la lucha y el esfuerzo de millones de venezolanos que han tenido que emigrar en busca de un mejor futuro.

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