Análisis, diseño y visualización de datos
19 de marzo de 2021
hassel@ladatacuenta.com
Las responsabilidades y tiempo dedicado al hogar o al cuidado de personas dependientes, sin recibir remuneración alguna, restringe notablemente la posibilidad de las mujeres de contar con ingresos propios, de buscar opciones en el mercado laboral, de participar plenamente en la política y la sociedad, al mismo tiempo que las relega de la protección social indispensable para la satisfacción autónoma de sus necesidades.
Organización de las Naciones Unidas (Oct.2020)
En una semana laboral diurna ordinaria, cualquier persona trabaja un máximo de 48 horas. Sin embargo, en la práctica, es probable que usted -como muchas otras y otros costarricenses- sobrepase esa cantidad. En un caso extremo, ¿puede imaginarse dedicando más del doble de esas horas por semana a su empleo sin que le reconozcan su valor?
Aunque parezca una locura, en el país hay mujeres que tienen jornadas de trabajo doméstico no remunerado tan extenuantes como la descrita. Destinan más de 96 horas a la semana a cocinar, limpiar, lavar,hacer mandados,cuidar niños, familiares y a cualquier otro oficio del hogar sin recibir el mérito que sus labores tienen para sostener la economía de su propia casa y de todo el país.
Se trata de casos particulares, registrados primordialmente en la zona rural, pero evidencian cuán recargadas sobre los hombros de las mujeres están las responsabilidades de la casa y del cuido de personas.
En esa situación se halló a 21 de 4.111 mujeres entrevistadas para la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, efectuada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, (INEC), en 2017. Mientras, para otras 1.250, el INEC estimó que el trabajo doméstico no pagado les consume de 48 a 95 horas semanales. Lo anterior sin importar si ellas tienen o no un empleo fuera de casa.
El instrumento también consultó a 3.139 hombres y su análisis demuestra la desigual distribución de las tareas domésticas y de cuidado como consecuencia de los arraigados estereotipos de género.
¿Qué es trabajo doméstico no remunerado? Son todos los oficios que se hacen en casa (lavar, cocinar, planchar, limpiar). Incluye además, las compras, trámites y pagos que implica la administración del hogar y, por si fuera poco, el cuido de los niños (llevarlos a la escuela, ayudarlos en las tareas) y la atención de personas adultas mayores y/o enfermas.
Por todas esas tareas no se percibe una retribución económica directa. Durante siglos se han visto como «no trabajar» cuando, en realidad esas tareas aceitan la máquina que hace funcionar la economía de todos los países. Incluso la subsidian porque todos esos cuidados no pagos dan bienestar a la fuerza de trabajo remunerado pública y privada.
Otra de las conclusiones más contundentes de la revisión hecha por La Data Cuenta a la base de datos de la Encuesta es que, en promedio, en Costa Rica las mujeres destinan a la semana más del doble del tiempo que los varones en tareas del hogar: 37 horas versus 16, respectivamente. Una vez más: No importa si ellas tienen o no un trabajo remunerado fuera de casa.
“Para las mujeres rurales es terrible, porque en muchos casos tienen, además, la carga de ayudar a los hombres en labores agrícolas y, al mismo tiempo, mantener sus casas. Los datos de las casadas muestran que no hay escapatoria: las tareas del hogar no pueden posponerse porque se acumulan y es peor para ellas porque los esposos siguen huyendo de hacerlas”
Montserrat Sagot, doctora en Sociología, con especialidad en Sociología del Género
La sobrecarga de trabajo doméstico que pesa sobre las mujeres casadas o en unión libre no es exclusiva de Costa Rica sino un patrón en Latinoamérica, lo cual refleja cuán afianzadas están las pautas patriarcales de roles de género, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
El mismo informe destaca que, una vez separadas o divorciadas, el peso de las labores del hogar disminuye. En contraposición, aumenta para los hombres que deben autocuidarse al no estar más su pareja.
Por otra parte, tanto los datos de Costa Rica como de la Cepal permiten deducir que las brechas de género sobre el cuido del hogar y de personas dependientes no se han equilibrado entre la población más joven. Por ejemplo, en promedio, las mujeres costarricenses de 12 a 19 años invierten 28 horas semanales en trabajo doméstico no remunerado contra 10 de sus similares varones.
Los hombres jóvenes siguen estando tan fuera de la participación igualitaria y creyendo que las mujeres están para ser explotadas. El sistema cultural, económico e ideológico sigue operando para decirle a las mujeres que deben trabajar fuera, pero también hacerse cargo de la casa
Montserrat Sagot, doctora en Sociología, con especialidad en Sociología del Género
El análisis de la base de datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo en Costa Rica también permitió construir una serie de 171 perfiles de uso de tiempo en trabajo doméstico no remunerado según característricas de sexo, edad, nivel de educación, zona de residencia y estado conyugal de las personas encuestadas.
De esa forma, se detectó que las mujeres que más tiempo destinan a labores domésticas sin paga son las del área rural, divorciadas, con entre 20 a 35 años, sin completar la primaria. En promedio gastan 57 horas semanales en dichas faenas. Mientras tanto, los hombres que más oficios domésticos hacen -39 horas a la semana- son los divorciados, viviendo en zona rural, con secundaria y con edad de 20 a 35 años.
En este punto es necesario advertir que las cifras de trabajo doméstico no remunerado semanal presentadas en esta investigación podrían haberse incrementado para las mujeres debido al confinamiento provocado por la pandemia del Covid-19.
Si bien aún no se ha realizado una encuesta nacional formal al respecto, un estudio elaborado para el Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) evidenció que las mujeres de las zonas urbanas del país enfrentan una triple jornada laboral debido a COVID-19. Actualmente, están trabajando desde casa, también están haciendo las tareas del hogar y la educación en el hogar.
“Durante la pandemia, las tareas de cuidado y educación están siendo asumidas por mujeres. Tienen trabajo fuera, trabajo en casa, la responsabilidad de cuidar a sus hijos y ahora tienen escuela en casa. La demanda de tiempo de las mujeres ha subido, significativamente», dijo Mónica Salazar Villanea, investigadora de la UCR.
El estudio del IPP entrevistó a 780 mujeres con educación superior, que viven en áreas urbanas de Costa Rica.
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, la abrumadora carga de tareas domésticas denota una gran desigualdad de género que impacta negativamente en cuatro áreas esenciales del desarrollo de la mujer:
Menos tiempo para aprender, el ocio, la participación social y política, o el cuidado personal
Más dificultades para insertarse en un trabajo fuera del hogar
Más obstáculos para avanzar en las carreras educativas y laborales.
Mayor participación en el trabajo informal, donde tienen más control de su tiempo,pero sin protección social.
Aunque todavía haya quienes consideren que los oficios de la casa y del cuido «no son trabajar», lo cierto es que sin todas esas labores no remuneradas de las mujeres sería imposible para el país crear la riqueza y producción que incluye el Banco Central cada año en su contabilidad del Producto Interno Bruto.
Por ello, basada en los resultados de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del INEC, la entidad creó una nueva cuenta nacional que visibiliza el valor económico de estas tareas. Lo hizo para cumplir una Ley aprobada en 2015 en el marco de una serie de compromisos internacionales de los cuales Costa Rica es signataria, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Plataforma de Acción de Beijing, el Consenso de Brasilia, entre otros.
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19 de marzo de 2021
hassel@ladatacuenta.com
En un año, las tareas sin paga que hacen las mujeres en casa generan una riqueza equivalente al doble de la producida por el comercio de Costa Rica. El valor monetario de todas las horas invertidas en cocinar, lavar, planchar, mantener limpia la casa, hacer las compras, mantener al día los pagos, cuidar de los niños, adultos mayores y enfermos es de más de 5,9 billones de colones (casi US $10.000 millones).
Por ese monto, si el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres fuese una cuenta dentro del Producto Interno Bruto del país sería la más importante. Sin embargo, no forma parte de esta contabilidad, que solo considera el valor final de la producción de bienes y servicios destinados al mercado.
La cifra astronómica del aporte del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres surgió luego de un análisis de datos hecho por La Data Cuenta a la Cuenta donde el Banco Central de Costa Rica registra esta información.
Hasta hace apenas cuatro años, el aporte económico del trabajo doméstico de las mujeres en el hogar era invisible, nunca se había cuantificado. Sin embargo, por mandato de Ley, el Banco Central comenzó a calcular la contribución, que se equipara a casi una cuarta parte del PIB de 2020.
Esa falta de medición no era exclusiva de Costa Rica. Históricamente, los países -basados en una cultura patriarcal de desigualdades de género- no consideraron relevante asignarle un valor monetario a las tareas del hogar y del cuido, encargadas primordialmente a las mujeres.
Con ello se contribuyó a extender la noción de que esas labores no son un trabajo en sí mismo aunque, en realidad, durante décadas han permitido el bienestar -ropa, casa limpia, comida y cuido de hijos, entre otros- que los empleados de empresas y organizaciones públicas y privadas necesitan para enfocarse en mover la economía visible del país.
No obstante, desde inicios de este siglo creció la presión para que los Estados evidencien esa contribución de las mujeres por medio del trabajo doméstico no pagado. Se reconozca que sin la maratónica cantidad de horas invertidas en estas labores, ningún país funcionaría y se promuevan políticas de equidad para distribuir mejor las cargas entre hombres y mujeres en el hogar.
Hasta ahora, el agotador peso sobre los hombros de las mujeres las ha relegado del mundo del trabajo remunerado y de oportunidades para desarrollarse como personas, un círculo vicioso que perpetúa los estereotipos de género.
La mitad de las costarricenses, por ejemplo, depende, exclusivamente, del ingreso de sus parejas y cuatro de cada cinco dijo que se debe a la obligación de dedicarse a los trabajos domésticos. Asimismo, la tasa neta de participación laboral de las mujeres es de solo 50%. La mitad de las que podrían trabajar remuneradamente no lo está haciendo.
«Redistribuir esta tareas es crítico, implica repensar y rehacer las relaciones en nuestra sociedad. Los Estados tienen una gran tarea, la de asegurar la buena calidad de los servicios públicos de cuido de niños, también la de propiciar cambios culturales para que, por medio de políticas públicas se impulse que hombres y mujeres asuman responsabilidades de manera más equitativa. Involucrarse y no decir que este es un asunto privado que debe dirimirse en las familias», afirma Shahra Razavi, jefa de Investigación y Análisis de Datos de ONU Mujeres en el siguiente video.
El trabajo no remunerado de las mujeres sufraga el costo en cuidados que sustenta a las familias, apoya a las economías y a menudo suple las carencias en materia de servicios sociales. Sin embargo, pocas veces se reconoce como “trabajo”. Para acelerar el progreso en materia de empoderamiento económico de las mujeres, se necesitan con carácter urgente políticas que ofrezcan servicios, protecciones sociales e infraestructuras básicas, que promuevan la distribución del trabajo de cuidado y doméstico entre las mujeres y los hombres, y que permitan crear más empleos remunerados en la economía asistencial.
Organización de las Naciones Unidas (Oct.2020)
Análisis de datos, diseño gráfico y desarrollo: Hassel Fallas. Gráficos: generados en Tableau Public y R. Imágenes: Pixabay y The Noun Project.
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2021
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